viernes, 10 de febrero de 2012

Desde 0.

Hoy es de esas veladas en que suelo escribir los versos más melancólicos de la noche, si, de esas madrugadas que pienso que no pasaré y que no dormiré, pero caigo rendida con tantas lágrimas, es de esas veces en las que no pienso comentar a nadie de lo que me sucede, a veces creo que el estar detrás de una pantalla no es bueno para mi, pues oculto millón de emociones tras palabras incoherentes con las que finjo una madurez que no tengo o al menos es lo que pienso en este momento, de esos días en los que mil recuerdos invaden mi mente y que progresivamente me destruyen con la pregunta inexplicable del: "¿qué hubiese sido si no se hubieran ido valiosas personas?" Ja, claro, ¿es por una razón no? la respuesta es la que no quiero oír y muchas veces no oigo lo que quiero oír, pero al menos oigo ¿no? si, que realista parezco, pero igual destrozada al tratar de mentirme y seguir en mi círculo vicioso. 

Escondida una vez más mirando la luna que no se ve desde la lavandería de mi casa, solo un gueto lleno de esperanzas y yo allí llorando echándome a perder, contemplando como me desplomo están las luces de mi hermosa comunidad, la que me vio de pequeña, en donde me he criado¿y que hubiese sido de mi si no hubiese nacido allí? ¿sería más rica en conocimientos? ¿sería más madura? ¿o tal vez más positiva al respecto de mis situaciones? Tal vez, solo tal vez.

De nuevo, los pensamientos que rodean mi ser sin pedir permiso y luego pienso aquella frase ''No hay peor ciego que aquel que no quiere ver" y estoy en esa situación, mi orgullo ha ganado la batalla a mi gran amor por ti y luego exclamo al viento las frases de amor, la ternura con la que me trataste, todo aquello quiero devolverlo para que no sigan aquí clavados a mi piel para que no aprieten la herida y poder desangrarme sin obstáculos, solo eso quiero, solo poder suspirar y decir que ya no siento una pizca de atracción hacia ti, pero me lo impiden tantas cosas y una de ellas es mi testarudez, mi terquedad y la costumbre, aprendí a depender y recordemos que la costumbre pesa más que el amor, ¿entonces yo que hago? 

Rosa con más espinas que pétalos, me dejas moribundo ante ti que de mi no se apiada, no perdonas y por necedad te acobardas, no me miras a los ojos ¿por qué te aquejas? no me digas las cosas que ya sabía yo de ti, no menciones la hipocresía cuando tu eres así y no me aprietes la herida que el karma hará efecto en ti, quizá no hoy pero en unos años y dirás que te lo dije y sollozarás como nunca, júrame que no volverás y que te marchas para no regresar nunca jamás, solo déjame continuar si la costumbre me lo permite lograré ser lo mismo de antes, solo que con más cicatrices, pero siempre se puede volver a empezar.