domingo, 7 de agosto de 2011

Dulce Historia

Dijo adiós con una sonrisa, recalcando una y otra vez que no volvería, pero aquí en mi corazón yo sentía que en verdad tenía un sentimiento muy profundo e inmenso, le rogue al viento que me mostrase el camino a la felicidad, sabía que con ella o sin ella yo podría ser mucho, pero no me podía armar aún la idea de una vida entera en la soledad de mi sombra, cuestioné mil veces que no podría continuar, pero aún así seguí siempre con su imagen retratada en mi memoria salpicando sangre en mi diario, mientras los días transcurrían, mi fe en sus promesas anteriores aumentaba y solo corrían lágrimas de consolación en un corazón sonriente siempre con la esperanza que retaba a la desolación. Al día siguiente ví en la puerta de mi casa una hermosa damisela resplandeciente tan calida como mi amada, era ella, vino a mi y me beso con sus dulces labios, volvió, porque comprendió que solo si regresaba a mi tendríamos algo más fuerte que nunca, entendí que solo mostramos ser fuertes cuando aceptamos las cosas y que el seguir adelante con la frente bien en alto es para que nosotros mismos nos demos cuenta de que con o sin ayuda podemos continuar.

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